La «Artesanía» designa un impulso humano duradero y básico, el deseo de realizar bien una tarea, sin más. La artesanía abarca una franja mucho más amplia que la correspondiente al trabajo manual especializado. Se basa en patrones objetivos, en la cosa en sí misma. El artesano explora diversas dimensiones de habilidad, compromiso y juicio de una manera particular. Se centra en la estrecha conexión entre la mano y la cabeza.
Todo buen artesano mantiene un diálogo entre unas prácticas concretas y el pensamiento.1 Hace dos siglos, Immanuel Kant mencionó que “La mano es la ventana de la mente”. Las manos son las partes de las extremidades humanas que realizan los movimientos más variados y controlables a voluntad. Cuando las manos hablan, transmiten un idioma universal. A través de ellas el artesano traspasa información generacional.
Nos provee de un legado ancestral, que permite conectarnos con nuestras raíces primigenias. Son estas manos las que moldean a partir de la naturaleza y transforman los recursos de la tierra creando artesanías que se convierten en ofrendas cargadas de un valor mágico, el cual trasciende de lo mate.
Cada artesanía va más allá de su belleza y de lo que vemos, detrás tiene una historia, un simbolismo, unos principios y unos valores que vienen de una tradición que empezó con nuestros ancestros y ha sido pasada de generación en generación, de mano a mano. Estas son las razones que los Muiscas atribuyeron al trabajo de sus artesanías y que mediante la nueva marca, queremos impulsar.
No hay nada que cargue más significado que las propias huellas de la mano, infundadas en objetos mágicos o reliquias; cuya unicidad es elevada por sus particulares imperfecciones. No existe una igual a la otra en su auténtica materialidad. Son ofrendas de Cundinamarca para el mundo que podrán ser visibles y apreciadas por un amplio repertorio de culturas y personas. La conexión ancestral entre la mano y su legado artesanal nos permitirá dar vida a quienes nos dieron vida.

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